Por Mariela Geier, directora general de FTI Consulting España.

Los abogados de empresa se enfrentan a un mayor número de casos por delitos de guante blanco, fraudes, temas de competencia y complejos litigios comerciales en tiempos de desaceleración económica. Contar con apoyo de especialistas en inteligencia de negocios, tecnología y auditoría forense puede marcar la diferencia al armar la estrategia de un caso.

Tras un largo período de bonanza económica, en tiempos de crisis resulta difícil asumir balances empresariales en números rojos o ver cómo disminuye el margen de beneficios. En esta coyuntura, los gabinetes jurídicos de las empresas se enfrentan a menudo a importantes casos de fraude financiero, complejos litigios comerciales, competencia desleal, arbitrajes internacionales, y delitos de guante blanco.

Es también el momento en que salen a la luz tanto los fraudes que se fraguaron en épocas de bonanza como aquellos cometidos en los momentos de dificultad económica. La diferencia radica en la motivación: en el primer caso, la motivación del fraude suele estar directamente vinculada a un interés de rédito y ganancia personal, mientras que en el segundo contexto, la motivación tiene más que ver con la falta de liquidez, con que la persona necesita mayores ingresos o con la necesidad de presentar buenos números para la compañía por cuestiones de supremacía económica, es decir, maquillar los balances.

En la actualidad más del 90% de los documentos creados en cualquier compañía lo son en formato electrónico, por ello la Tecnología Forense (conocida como IT Forencics) es fundamental para recuperar información electrónica, incluso la que fue borrada, para rastrear, estudiar y recomponer las pruebas virtuales de un delito, descubrir activos ocultos, determinar si realmente existió el fraude, identificar a responsables e incluso establecer sus causas y connivencias. Casos como Madoff o Stanford, u otros más cercanos como el caso Millet (Palau de la Música Catalana), son ejemplos que ponen de relieve la dificultad de reflejar la realidad contable de un negocio y confirmar que los agentes presentes en las transacciones son reales y tienen que ver con la naturaleza legítima del negocio. Por estas razones, el tratamiento efectivo de los delitos complejos de guante blanco requiere la conjunción de la tecnología forense de la mano con la contabilidad forense y la inteligencia de negocio.

Aunque las empresas siempre buscan llegar hasta las últimas consecuencias, sólo una fracción de estos casos son desembocan en un litigio y, cuando lo hacen, el rigor en la presentación de las evidencias ha de ser cuidado y meticuloso. Tanto en uno como otro caso, la clave para su tratamiento tiene que ver con asegurar el valor de los hallazgos contables, electrónicos, documentales y contextuales. Por eso, la experiencia demuestra que las mayores posibilidades de éxito las tienen aquellos abogados que cuentan con el apoyo de un aliado que realice análisis contables forenses, que cuente con experiencia en delitos de guante blanco y que pueda trabajar con grandes volúmenes de datos, recuperando información de servidores internos o externos, grandes bases de datos, correos electrónicos, entre otros.

La información obtenida permitirá la trazabilidad del delito: reconstruir el proceso de movimientos; identificar las operaciones encubiertas; cuantificar el impacto real de las operaciones; determinar cómo y cuándo fueron realizadas y quiénes estuvieron involucrados; y descubrir cómo se sortearon los controles (procesos de gestión, auditorías internas, externas y de organismos reguladores). Este aporte de evidencias suele ser decisivo para la toma de decisiones tanto en la estrategia judicial como la extra judicial.

Publicado en: diariojuridico.com