La eficiencia de los abogados, clave para su contratación

Publicado por admin el Monday 29 August 2011 a las 04:55

Por Dr. Daniel Sanroque, perito médico. www.danielsanroque.com .

Cuando se contrata a un abogado se espera que sea eficaz, que consiga aquello que se le solicita, o, como mínimo, que haga todo lo posible por conseguirlo. Eso es lo que el abogado percibe que se espera de él, eficacia. No obstante, pocas veces se plantea la eficiencia, es decir el resultado según los medios o esfuerzos utilizados para lograr la eficacia esperada.

Como perito, frecuentemente vivo situaciones que ponen en entredicho la eficiencia de algunos abogados. Además, ponen en riesgo la eficacia de las actuaciones en conjunto, del perito y del propio abogado, que es necesario que formen un equipo, en beneficio de los intereses del cliente. Además, estas situaciones suelen ser captadas por el cliente, lo cual implica un deterioro de la imagen profesional.

El tiempo y su gestión

En muchas ocasiones, la mayor o menor eficiencia está relacionada con la gestión del tiempo. Con excesiva frecuencia, aquello que sería necesario realizar detenidamente, con pausa, acaba convirtiéndose en una emergencia. Se viven situaciones que rayan lo esperpéntico. (Adjetivo tomado en el sentido de la deformación de lo que debería ser una actuación profesional.)

La excusa del exceso de trabajo, que provoca un retraso en las actuaciones, es la tónica general. En base a ella se justifica que se realicen los encargos al perito en el último momento. Si el cliente no debe ser visitado, esto queda entre el médico perito y el abogado. Pone en riesgo la eficacia de ambos, pero todo sucede dentro de la más estricta intimidad del equipo de trabajo (médico/abogado). Sin embargo, lo más habitual es que el cliente deba ser explorado, y ello implica que se transmita una sensación de urgencia, y que el cliente lo considere una mala gestión del abogado.

Otras veces, el abogado realiza consultas en el último momento. Incluso viajando hacia el juzgado, en tren, metro,… con los consiguientes problemas de cobertura, interferencias, etc. Con todo, lo peor es la imagen que proyecta hacia el perito. Los médicos tenemos tendencia a ser organizados en nuestro trabajo. La improvisación no es algo que consideremos habitual. Salvo en urgencias o emergencias, situaciones imprevistas e incontrolables, preferimos programar. Actuaciones en el último minuto nos producen desconcierto y desconfianza. Ello incrementa de forma innecesaria el esfuerzo, lo cual va en detrimento de la eficiencia.

La puntualidad es otra carencia habitual. Es cierto que en los juzgados se suelen acumular retrasos en las vistas, pero ello no es justificación, al menos así me lo parece, para que el abogado llegue después de la hora acordada con el cliente. Si el perito es puntual, lo cual también debiera ser norma, debe realizar un esfuerzo por tranquilizar al cliente (el cual suele llegar con antelación). Si por casualidad todo va en hora, lo cual de vez en cuando sucede, el procurador o el perito deben gestionar esa falta de puntualidad. Llaman al abogado por teléfono, dando alguna excusa al juez, facilitando que entren en sala los siguientes (si están todos), etc. Otro esfuerzo innecesario y, sobre todo, evitable.

Otro de los pilares de la eficiencia es la información. El buen o mal uso de la misma genera problemas o todo lo contrario, mejora la gestión.

Incomprensiblemente, hay abogados que pudiendo evitar situaciones conflictivas, incómodas, que generan esfuerzo innecesario, no lo hacen. Como ejemplo, tengo por costumbre facilitar mi agenda de señalamientos a los abogados con los que trabajo. Así, en las audiencias previas, pueden evitar coincidencias de señalamientos. Pues bien, pocos son los que hacen uso de ella. Así me encuentro con coincidencias que se podían haber evitado y el esfuerzo que comporta tener que solicitar suspensiones, lo cual, a veces, es difícil, pues la suspensión por causa del perito no está prevista.

La información como elemento de poder

Si de información hablamos, hay abogados que parecen ser sus guardianes. No la facilitan ni a sus colaboradores. Para algunos, el hecho de que se cambie la fecha de una vista carece de importancia, pues no informan. Que los demás tengan agendas que cuadrar parece carecer de importancia. La nueva documentación que llega, ¿para qué entregarla inmediatamente al perito? También se ha de decir que, de algunos de esos “vicios”, los propios peritos son los responsables, pero el abogado no debe ceder ante las prácticas poco profesionales y tiene la obligación de redireccionar la relación. Es como un director de orquesta, debe conjuntar a profesionales para que el resultado sea el esperado.

Una gestión curiosa de la información, y que percibo cada vez más frecuente, es utilizar un informe pericial en diversos procesos. Podemos ver informes que se han realizado para solicitar una incapacidad laboral permanente en otro procedimiento, en vía penal, por ejemplo. Todo ello sin informar al perito, olvidando que un informe pericial puede ser sustancialmente diferente según sea el objeto del mismo. Además, forma parte de la propiedad intelectual del perito, por lo que no debe ser utilizado sin consentimiento del mismo.

Otras veces tenemos el desorden, la anarquía en un expediente. Algunos abogados solicitan, una y otra vez, documentos que ya tienen, o no encuentran aquel documento que deseaban enseñarte. Peor aún, no lo encuentran durante el acto del juicio. Esto es percibido por todos: cliente, juez, el abogado contrario, etc. Va en detrimento de la imagen profesional.

Qué decir de cuando se está esperando una gestión y el abogado no la hace o no informa de cómo va. Para quien espera, da lo mismo si no se hace o se están dando los pasos oportunos sin informar. La sensación es la misma. Es cierto que en un caso al final se conoce la tramitación realizada, pero se duda de si es cierto que se ha realizado tal y como se informa finalmente. Muchas veces se llega a pensar que se ha producido un olvido y se excusa, el abogado, con alguna invención, porque, de lo contrario, ¿por qué no ha ido informando puntualmente de los problemas según aparecen?

En definitiva, a parte de una buena gestión profesional, la eficiencia de un abogado se basa en una buena gestión del tiempo y de la información. No basta con realizar los pasos correctos. Hay que realizarlos en el tiempo adecuado e informando correctamente. La profesionalidad implica eficiencia, pues la confianza del cliente se basa en la percepción de eficiencia.

Publicado en: diariojuridico.com


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