“Los despachos españoles pueden competir con cualquier firma internacional”
La directora de Relaciones Corporativas y la profesora de Estrategia y Marketing Jurídico de la Facultad de Derecho de Esade, Sandra Enzler y Eugenia Navarro, respectivamente, afirman que la globalización ha irrumpido de lleno al sector legal, desencadenado una competencia agresiva y feroz entre los despachos y una transformación radical del abogado. Las dos coautoras del estudio ‘El Abogado del Siglo XXI’, presentado esta semana en Madrid, nos describen cuál es el perfil del profesional del sector legal que comienza a imponerse en el mercado: multicultural, conocedor de entornos geopolíticos, centrado en el desarrollo y orientación al cliente, con conocimientos de gestión y empresariales, con dotes de estratega y comerciales y, por supuesto, con un dominio total del inglés.
¿Qué cambios se han producido en el sector legal en las últimas décadas?
Ha cambiado el entorno y la manera de ejercer. El mercado se ha vuelto extremadamente competitivo. Esto ha conformado una feroz competencia y ha generado que el abogado tenga que ser, además de un buen técnico, un buen comercial. También ha cambiado la forma de ejercer: se necesita el conocimiento del negocio del cliente y el compromiso en el asesoramiento.
¿Y en un futuro próximo, qué novedades veremos en el sector de la abogacía?
Creemos que la función jurídica cada vez es más estratégica y que las asesorías jurídicas internas crecerán y deberán ser capaces de prestar asesoramiento multijurisdiccional. Esto ya está ocurriendo en organizaciones muy desarrolladas. También creemos que aparecerán nuevos modelos de despachos en los que se incorporarán nuevos servicios y cambiará el modelo tradicional piramidal. En cualquier caso, el marco jurídico se está convirtiendo en relevante para cualquier empresa, organización o institución. El derecho se tornará cada vez más internacional y los conocimientos geopolíticos serán importantes para el ejercicio de la abogacía. Técnicas como el Legal Project Management y la gestión de equipos multiculturales van a ser muy importantes para esta abogacía globalizada.
¿Consideran que, en general, el abogado español está preparado para adaptarse a un sector legal globalizado?
Existe una parte de la abogacía española que está muy preparada y que ya ejerce de manera internacional. Pero hay otra parte de la profesión que aún no habla inglés y que ejerce la profesión con códigos muy locales, sobre todo la que se refiere a personas físicas.
¿Y los despachos están preparados?
No todas las firmas, pero en general en España tenemos firmas que pueden competir con cualquier firma de referencia internacional.
Pero los bufetes españoles todavía están poco globalizados. ¿Va a cambiar esta situación?
Es verdad que las firmas españolas de abogacía han sido poco internacionales, lo que no quiere decir que no hayan prestado asesoramiento globalizado a sus clientes. Pero no han sido capaces de crear oficinas en muchos países, prestando asesoramiento local como han hecho las firmas anglosajonas. Sin embargo, esperamos que sí que va a cambiar esta situación y que el sector legal español va a reforzar la presencia internacional.
¿Qué tiene que tener el abogado del siglo XXI que trabaje en un despacho?
Tiene que estar centrado en el desarrollo y orientación al cliente y debe estar formado en conocimientos de gestión y empresariales. Cada vez más, los clientes demandan a los abogados una valoración de los servicios que prestan, por lo que el profesional legal tiene que buscar los KPI’s o indicadores de calidad que le puedan medir mejor. Además, el abogado de este siglo tendrá que hacer esfuerzos para formar parte del equipo de sus clientes. Se impone la aplicación de técnicas de gestión en los asuntos legales, estar al día en las nuevas tecnología, ser multicultural y conocedor de entornos geopolíticos. Por otro lado, el abogado deberá saber responder a la velocidad del negocio de su cliente y, por supuesto, tener un alto dominio del inglés.
¿Y qué tiene que tener un abogado de empresa del siglo XXI?
Ha de estar centrado en el conocimiento del valor para la empresa en la que trabaje. Tiene que ser un profesional generalista pero, a la vez, especialista de su sector. El abogado de empresa deberá ser gestor de riesgos legales y de equipos; tendrá que de estar dispuesto a asumir riesgos, ser estratega, consejero y también deberá conocer técnicas para medir el valor de su servicio. Aquí tampoco nos podemos olvidar de el inglés como idioma de trabajo.
En el informe se dice que los abogados de empresa deben ser directivos con competencias mixtas entre gestores y juristas. ¿Por qué?
Por la función que ejercen. Por una parte son abogados y por otra se deben convertir en directivos al uso. Ambas funciones deben convivir y son igual de importantes. Para prestar asesoramiento deben conocer y entender el sector del negocio de su empresa y, sobre todo, donde se encuentra el valor.
Pero hasta hace poco el abogado de empresa era un elemento a parte de la gestión.
Sí era alguien a quien se le consultaba cuando existía un problema pero no intervenía en la planificación estratégica de manera proactiva. Consideramos, sin embargo, que esto ha cambiado mucho, aunque aún existe un largo camino por recorrer en las empresas más medianas y pequeñas. Los abogados internos deben aún luchar para que se entienda la relevancia de su función.
¿Y las universidades españolas están adaptándose a esa nueva formación que requiere el abogado del siglo XXI?
Sí, en especial ESADE lleva más de 10 años trabajando con competencias y realizando estudios de este tipo para adaptar sus perfiles a las necesidades del mercado. Consideramos que damos una formación diferencial con diferentes grados como el de Derecho y ADE y ahora en línea con el perfil de abogado internacional requerido, tenemos el grado de Global Governance.
Para formar al abogado de este siglo XXI las universidades tienen que reforzar el desarrollo de competencias, los conocimientos económicos financieros, el enfoque práctico, la gestión de conflicto y los idiomas.
¿Cómo las nuevas tecnologías (internet, redes sociales) están impactando al sector legal?
El abogado de este siglo es un profesional tecnológico con un enfoque a procesos y a gestionar, de la mejor manera posible, el conocimiento. Para ello requiere un dominio y adaptación a los cambios que se produzcan en cuanto a tecnología y eso también será diferencial.
En este nuevo escenario global. ¿Qué nuevas especializaciones o servicios legales están surgiendo?
La tendencia es el enfoque sectorial al negocio. Grupos multidisciplinares capaces de orientarse a las especificidades de determinados sectores. No obstante creemos que ahora las áreas que más ocupan a los abogados internos son el compliance (cumplimiento normativo) y, en especial, la parte específica de penal.
¿Se tiende a un abogado cada vez más especializado?
Sí porque el cliente valora la especialización y a los especialistas. Lo que se percibe como commodity y que mucha gente puede hacer bien se compra por precio. El cliente es capaz de pagar más cuando reconoce un especialista con nombres y apellidos.
¿La nueva prueba de acceso a la abogacía contribuirá a la formación de ese abogado del siglo XXI?
Desde luego debería contribuir a que tengan una mayor formación, por lo menos nosotros así lo vemos desde nuestro master de acceso en ESADE. Además de incorporar una formación pro competencias introducimos asignaturas de gestión como marketing jurídico o negociación.